sábado, 17 de enero de 2009

VIAJES . Escocia I . Llegada a Edimburgo y experiencias inciliales.







Es difícil poder ver desde el aire las islas británicas. Las nubes cubren casi de manera permanente el cielo. Así, sabes que llegas a Edimburgo solamente cuando el avión se inclina y el piloto te informa del tiempo y la temperatura en el aeropuerto de destino. Es impresionante sobrevolar estuario de Forth; es precioso. Además y como anécdota lo que más impresiona de todo es la sensación de que al avión va a amerizar en lugar de tocar tierra. El aeropuerto esta justo al lado del mar.

Escocia es un país especial y mágico. Y digo país, porque no se puede decir otra cosa después de ver el orgullo nacional de los lugareños. Es algo fácil de apreciar y que se queda impregnado en el recuerdo del visitante.

Edimburgo está lleno de pequeños hostales para poder hospedarse, casi todos por la zona de la Royal Mile. Desde los hostales, la vista de la calle suele estar llena de encanto, encanto que la ciudad misma transmite. De allí a los pubs más típicos se tarda unos minutos. En este país acercarse al ambiente de una taberna típica es paso obligado; por supuesto hay que tomar cerveza.

Luis y yo llegamos en coche desde el aeropuerto. Conducir en un país extraño siempre es una aventura, pero en Escocia aún más. Lo primero que harías es incorporarte al carril derecho pero allí, se conduce por la izquierda. La palanca de cambio, el volante, las señales, las rotondas...¡Todo está en el lado contrario! dejamos el coche y nos tomamos nuestra cerveza junto a nuestro anfitrión, Jokin, que vive cerca de allí, en Livingston desde hace 3 años. Después nos acostamos para al día siguiente poder poner rumbo a nuestra primera parada, Inverness y su Lago Ness.

Quien viaje a Escocia debe saber que el día es realmente corto. Sobre todo debemos tener esto en cuenta si no viajamos en pleno verano. Lo mejor es levantarse pronto, con los primeros rayos de sol, para poder hacer las largas distancias que separan los destinos que suelen ser los más típicos. Además, las carreteras no siempre acompañan, puesto que a ratos se estrechan tanto que puedes tener que viajar detrás de un camión durante largos minutos.

Dejamos a Jokin en el trabajo y nos pusimos manos al volante para alcanzar nuestro primer objetivo. El día era luminoso y cruzamos el estuario de Forth, después de pagar nuestra correspondiente libra, bajo un arco iris que nos despedía. La carretra, húmeda, reflejaba los rayos de sol perezosos por madrugadores, y nos llevaba entre paisajes otoñales llenos de ríos, lagos y arroyos. Es un camino largo el que lleva a Inverness. Nosotros nos deleitamos sacando fotos, disfrutando de paisajes y como no, degustando una buena cerveza.






1 comentario:

  1. Qué fotos más chulas! Me encanta tu post.
    Quiero irme a hacer un curso de ingles en Edimburgo me podrías dar algunos consejillos de la ciudad. O simplemente algo que crees que pueda ser interesante

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