domingo, 27 de mayo de 2012

Moriré habiendo visto Ushuaia



Ushuaia, al atardecer
Mucha gente vive con la misma ilusión con la que yo vivía, viajar, al menos una vez en la vida a Ushuaia, el fin del mundo. En verdad no me refiero a Ushuaia como el fin del mundo basándome en una idea Europocéntrica del planeta. No tengo en mente las conquistas de los años de oro de los marineros europeos en el continente Americano. No veo el Cono sur como la última frontera. Digo que estuve en el fin del mundo porque una sensación mágica recorrió mi cuerpo al estar allí.


Aeroparque, Bs As, salidas
A veces esperas tanto un momento que cuando llega la hora de saborearlo resulta que no te supone tan enorme emoción como la que habías imaginado. Esto no fue lo que me ocurrió a mí con ésta visita. Nada más facturar mi maleta, fije mis ojos en la pantalla de salidas del aeroparque de Buenos Aires. Se me puso la piel de gallina. Realmente en unas horas estaría en uno de esos lugares del planeta a los que hay que ir antes de morir. La electricidad siguió fluyendo a través de mí todo el tiempo, desgastándome, agotándome, e incluso se acentuó mientras cruzábamos el mar de turbulencias, acercándonos, en nuestra anacrónica aeronave, a la pista de aterrizaje del aeropuerto "Malvinas Argentinas". Los primeros "aventureros" que llegaron a estas tierras, con Magallanes a la cabeza, debieron quedarse alucinados al cruzar por el estrecho que hoy lleva el nombre de su capitán. Un enorme número de hogueras podían ser observadas desde el mar y decidieron llamar a este lugar Tierra del fuego. Los pobladores locales eran quienes las encendían. Desde el cielo del SXXI, y entre las nubes, las hogueras se habían convertido en farolas, todas muy juntitas en las faldas de las montañas de la sierra del Martial y junto a la bahía de Ushuaia, la bahía que penetra hacia el Oeste.


Nave anacrónica
Esperando, Malvinas Argentinas
Cuando me subo en un avión siempre un escalofrío me recorre el cuerpo. Es una sensación que no se me va, no pasa, a pesar de que debería de estar más que hecho a volar por la cantidad de horas que he pasado en el aire. No podía creerlo... ¿ En qué cacharro pretendían meternos? " ¿ Eso vuela?" Volar volaba pero haciendo un ruido espantoso. Fuí caminando hacia la cola del aparato buscando mi asiento y el motor acabó quedando a la altura de mi asiento y mis oídos. El zumbido inicial de puesta en marcha de motores se convirtió en insoportable desde que el piloto aceleró para despegar; perduró hasta el mismísimo desembarco. Un antiguo ingeniero de aerolíneas Argentinas amenizó mi viaje, que de lo contrario hubiese sido un tostón tremendo. Viajaba junto a su sobrino hacia el sur, a visitar a la familia. La Pampa, entre las nubes, la extensísima Pampa allá, abajo, cada vez que trataba de observar el paisaje por el estrecho hueco de ventana que dejaba libre el motor. Campos y campos y campos sin habitar, una estancia allí y otra cientos de kilómetros más allá. La charla se alargó durante unas cuatro horas. Nunca me cansaba ese hombre. Sobre todo, recordaré algo para el resto de mis días: ese discurso social, tan digno, tan humano, que solamente un progresista latinoamericano podría ofrecer. Me gusta escuchar a forma en la que explican sus ideas, me emociona, me pone la piel de gallina.


Sierra
La ciudad más austral del planeta nos recibió con temperaturas moderadamente buenas, cero grados. Para estar tan cerca de la Antártida, y en otoño, esperábamos algo más extremo. Parece que su clima no es tan frío como se pudiera imaginar por su situación geográfica. Eso sí, seguro que si caminásemos semidesnudos como los antiguos pobladores, los Yámanas, los que encendían las hogueras     ( para calentarse, claro), lo pasaríamos algo peor que ellos. Realmente habíamos llegado a un lugar mágico, a un fin del mundo, a una reserva natural de la fragilidad del cristal más fino. Era el fin del mundo porque nada civilizado estaba tan lejos del incansable ritmo del progreso. Era el fin del mundo porque a los pies de la bahía y cerrando los ojos podías imaginar las costas de la inhóspita Antártida de Amudsen o de Shackleton. Era el fin del mundo porque podías ver nadar despreocupado a un león marino o a una foca. Era el fin del mundo porque respirabas aire; aire de verdad y porque no hay una combinación de colores que se pueda hacer de manera más hermosa. Más allá no puede haber nada. Sólo me podría recordar éste paisaje a la obra cumbre de un genio en su máximo esplendor, combinando majestuosamente los azul, turquesa, otoño, blanco antártico...

Canal Beagle
La bahía de Ushuaia se encuentra dentro del Canal Beagle. El bergantín del mismo nombre surco más de una vez estas aguas y en alguna ocasión con el naturalista Charles Darwing a bordo. Todo ello ocurrió mucho antes de las disputas por todos estos territorios entre Chile y Argentina. Unos a un lado y otro al otro del canal. Las disputas vienen de muy atrás y se va llegando a acuerdos-parches en tratados bilaterales. Las disputas se centran en todo lo relacionado con este sur del cono sur. Incluso, parece tener Chile en un cajón, desde hace años, el desarrollo de la población de Puerto Williams para convertirla en la ciudad más Austral del mundo y quitarle el honor a la Argentina Ushuaia; cosas de vecinos... ¿ En algún lugar se llevan bien? En cualquier caso y disputas al margen, el canal es una instantánea constante y panorámica.

Leones marinos




 

Ushuaia fue, durante el siglo pasado, una cárcel. Los presos eran traídos aquí obligándoles a realizar trabajos forzados en el bosque. Eran traídos a un lugar del que no cabía escapar, del que no había retorno posible. La población blanca fue en aumento durante el SXX, y la aborigen en descenso. Los pobladores originales del lugar fueron despareciendo, ajusticiados, incluso, en ocasiones por mercenarios pagados por estancieros ávidos de riquezas. Yo me imagino que el hecho de poner aquí un día un destacamento militar, después una cárcel, más tarde subvencionar la vida de los que vinieran a vivir...tiene un sentido económico y geoestratégico por parte del estado. Por una parte, gana que al tener gente y poblar una zona, hace, de alguna manera, que quede claro que este terreno forma parte de Argentina, que el estado tiene soberanía sobre todo lo que hay aquí. Siempre hay alguien sujetando la bandera albiceleste. Por otra parte, éste es un lugar dónde hay recursos naturales variados por explotar y por descubrir. Nadie querría no custodiar adecuadamente un tesoro tan preciado...

Tren del fin del mundo

Presa de castores introducidos
 La mayor parte de la reserva natural de la Isla grande de la Tierra del Fuego está aislada, es inaccesible. Apartar la vida natural y el curso de las cosas del turista, del curioso, es un gran acierto en mi opinión. Las cosas deben discurrir tal cómo son y no permitir que cualquiera en cualquier momento pueda interferir. Al final las cosas sino no se respetan. Queremos sacar la foto desde el mismo nido del Cóndor, comer al lado de la pareja de focas, sentarnos sobre el tronco de una especie vegetal protegida. Y a la vez nos creemos amantes de la vida salvaje. La vida salvaje no lo es si no vive apartada sin entrar en contacto con la civilización. Las cosas no se conservan así. Deben seguir su curso sin verse alteradas por factores externos ( o lo mínimo posible) tal y como ha ocurrido durante millones de años. Las huellas humanas quedan en este paraje junto con las de las demás fuerzas de la naturaleza. ¿ Por qué es tan importante conservar lejos de los curiosos los parques nacionales? El viento, la lluvia, los glaciares... han esculpido el paisaje, el paisaje que antes llamábamos de cristal fino. Durante milenios ha estado prácticamente aislado de todo contacto con el ser humano (civilizado, en el peor sentido de la palabra). La población animal ha nadado, galopado, pastado con total tranquilidad por estos lares. Pero voy caminando y ese montículo al borde del agua es una antiguo campamento Yámana. A la orilla del río Pipo yacen árboles secos cortados hace décadas y conservados debido al especial clima de la zona. Algún castor introducido en su día con fines comerciales ha hecho presas que dañan el entorno de las especies vegetales y animales autóctonas. Todo cuanto hacemos afecta y mucho a cada entorno en el que nos adentramos. En Ushuaia nos damos cuenta puesto que en éste paraje cada paso deja una huella en el barro que se conserva casi embalsamada por largo tiempo; caminamos por dónde quizás aún no había caminado nadie. La evidencia del efecto que producimos podemos verlo claramente. Somos grandes agentes del cambio climático ó geológico. Quisiera que la naturaleza hiciera su camino para que el planeta pueda al menos conservar un pequeña parte, aun dentro del cristal fino, de tierras cuasivírgenes, para que los que vienen detrás de nosotros puedan decir que estuvieron también en la maravillosa Ushuaia. Que tuvieron la oportunidad de ser parte de un planeta maravilloso y no solo tener que leer, ver fotos o soñar acerca de lo que una vez fue.


Bahía Ensenada

Bahía Lapataia


Faro Eclaireurs
En el parque nacional de La Tierra del Fuego, existe un terreno abierto al senderismo; maravillosa sensación. El otoño dejaba ver sus colores poco a poco y la nieve venía cayendo día a día montaña abajo. La lluvia, el sol, el granizo...el verano no se quiere ir pero el invierno empuja cada vez con más fuerza; sin cesar. Una mañana el lago era azul y manso y a la mañana siguiente gris e indomable. Fran y yo caminamos durante horas al borde de precipicios y acantilados que caían al mar. Los bosques magallánicos llegan hasta el mismísimo abismo o hasta mojarse la punta de los zapatos en las playas de piedras. Subimos y bajamos, ramas de árboles, raíces que salían de la tierra, setos  y olores a frutas del bosque, semillas que encienden las papilas gustativas con su intenso picor, zonas continuamente sombrías, musgos, la tierra tan oscura... al nivel del mar, en las orillas se pueden encontrar montículos cubiertos por cortísima hierba fresca. Las familias Yámanas vivían en éstos lugares, aquí o allá establecieron un campamento. Los Yámanas, pobladores del canal Beagle, eran canoeros, pasaban mucho tiempo en sus embarcaciones pero también de manera nómada pasaban tiempo en tierra firme. Sus canoas surcaban el Canal Beagle antes de Darwing y antes de que el Faro Eclaireurs estuviera en pie guiando por el camino a seguir.
Carancas en pareja
Compartían con focas, cormoranes, leones marinos, carancas... éstas tierras y éstas aguas. Precisamente los Carancas son hoy la imagen del parque nacional de la Tierra del Fuego.Dos aparecen en el escudo uno negro y uno blanco; una hembra, negra, y un macho, blanco, pues cada uno tiene su color. Se pueden ver en pareja y en libertad, compartiendo destino y espacio.



El lago 
El lago en azul












Lago gris
















Todo lo que ven mis ojos al dirigir cada mirada a cada lado quiero que se me quede grabado por siempre en mis retinas, en alguna parte de mi mente. Con cada avión, cada barco que llega hasta éste fin del mundo, ensuciamos, ajusticiamos un poco más un entorno único. Me da casi asco pensar en lo que le hacemos a nuestro planeta y lo bien que viviría  a veces sin nosotros los seres humanos. Se trata de un amor odio. Somos su principal enemigo pero también la única especie que lo ama, lo adora de manera consciente, que le escribe poemas o llora por él. El planeta tierra es un enfermo crónico de bronquitis, con la sangre enferma, la cara sucia y el pelo arrancado a trozos. Puede ( seguramente) que la Ushuaia que veo hoy no exista ya mañana y mucho menos pasado mañana. La fragilidad que observo y su extrema timidez en contraposición al paso firme y seguro del desarrollo hará que momentos como el de ver una foca tranquila jugueteando, en libertad, despreocupada, en el agua pronto sea, probablemente ( en realidad espero que no) una imagen del pasado. Ella está tranquila inconsciente de lo que llega y mejor que que siga así. Yo en mi memoria y en mis grabaciones la veré ya por siempre así libre y confiada; y podré decir un día, antes de morir, que he visto Ushuaia.






lunes, 21 de mayo de 2012

Ahaztutakoen bilduma

Zure hitzak ximeltzen dira,
apurka-apurka,
orain hautsa duten gutunetan.

Sentsurik handiena zituzten esaldiak,
pilatutako letrak baino
ez dira jada.

Kolorea grisa eta grisa zeruan ere.
Zerua irekiko balitz ostadarra agertuko;
ta ostadarra euriaz gozatzen.
Euria bizitzaren sortzaile.

Zure hitzak ezabatzen dira,
apurka-apurka,
orain zahartuta dauden paperetan,
ahaztutakoen bilduman.

Pentsatu beharreko dana, pentsatuta.
Sentitu beharreko guztia, sentituta.
Baina oraindik, zenbait momentutan,
ideien ekaitzaren motorra pizturik.

Sorurik gabeko putzuan,
beheruntz doan bidai eternoan,
loratutako udaberri danak;
ilunpetan desagertuz doaz.

Zure hitzak ahazten dira,
apurka-apurka,
orain galdurik dauden orrietan;
ahaztutakoen zuloan.