martes, 28 de julio de 2009

UNA BODA VENEZOLANA. Parte II









A la tarde le quedaban dos suspiros. Si había algo de gente que se había acercado a bucear o a pescar durante el día, ahora ya habían desaparecido. Estábamos espectantes por lo que íbamos a ver, ¿Cómo sería todo aquello? Encima íbamos a ir a una boda por primera y quizás última vez, en bermudas...Alguno decidimos decorar, al menos,nuestros torsos descubiertos con algún detalle típico de la zona, como collares de dientes de tiburón. Yo, por mi parte, enseguida me lo quité porque de lo afilados que estaban los dientes con los que habían hecho los collares se te incrustaban en la piel. No quiero ni pensar lo que quede llegar a ser que un bicho de estos te muerda.

Los invitados ( casi todos vecinos de las casetas de al lado) fueron llegando. Se había preparado para la ocasión una especie de salón en medio de la playa con sillas decoradas al estilo de los salones más lujosos; cubiertas con una sábana blanca de arriba abajo. No había megafonía y desde nuestras últimas filas apenas escuchábamos a la persona que los estaba casando; Jorge recogió para nosotros, en vídeo, la ceremonia para que luego la pudiésemos ver de cercquita y escuchar. El novio estaba supernervioso, y no paraba de fumar y de beber.

La verdad es que fué una sensación muy especial, de paz, de alegría, de sentirte integrado, como en casa...la gente alegre, esa brisa que corría a la noche y que movía las palmeras, la calidez de una noche otoñal en el Caribe. Fué un momento mágico.

No se alargaron mucho casándolos y, por supuesto, rápido comenzó el baile, ¡Cómo no! ¡¡¡Estábamos en el Caribe concho!!! Las copas que se había tomado el novio hicieron efecto y ya descargado de nervios, y casado, se puso a bailar hasta con las cáscaras de las Langostas de la comida. Saludados familiares y amigos, se vino a nuestro lado a brindar y así, felices, le acompañamos. Con la novia posamos todos, lo más serios que pudimos, con nuestras ropas llenas de salitre de todo un día de playa.

El baile se prolongaba y las agujas del reloj empujaban la noche, arrastrádola poco a poco fueran del cielo limpio de nubes. Los invitados exhaustos de bailar y cantar se retiraron y los novios, borrachos de amor y felicidad ( y sidra), también; estaba llegando nuestra hora. Yo creo que el alcohol ayudó a que nadie nos viera lo mal que nos movíamos al compás de sus músicas locales. Algo se reirían de nosotros...Para los niños del poblado fuimos la atracción del año y todos querían retratarse en una cámara digital; nos siguieron hasta el coche cuando nos marchamos.

Fué algo inolvidable. Aunque seguramente nunca más los volvamos a ver, gracias de todo corazón.











POSTDATA

Tuvimos que parar dos veces de camino a casa, una a descargar toda la sangría que habíamos bebido en la cena y otra para repostar en la caseta del perrocalentero. Creo que no solo al novio le subió la bebida...alguno más no se querrá acordar del final de la noche.




lunes, 20 de julio de 2009

Mendian gora...







Inauguramos los capítulos de excursiones por el monte.

Hay algo que no se puede explicar que une al montañero, al medigoizale, con el monte. Es algo parecido a un culto, a un acto ritual, a una fuerza que te arrastra para unirte con la naturaleza. A quien le guste la montaña entenderá de lo que hablo. Incluso sin gustarte tanto, seguro que habrás sentido alguna vez esa sensación inexplicable de bienestar.

De todas maneras, cada uno nos podemos tomar la montaña a nuestra humilde manera. Hay quien desconecta, hay quien hace deporte, hay quien aprovecha para sacar fotos, hay quien escala...y hay quien observa, respira y retrata, como yo, cada instante. Me gusta que las fotografías y las palabras vayan más allá de la propia ruta, que desencripten mensajes ocultos y sensaciones mágicas susurradas; las que van flotando por el aire que todos respiramos y a cada uno nos sabe de una manera.

Con estos espacios dedicados a la montaña, no trataré de retratar nada más allá de un paseo dulce por entornos que me gusten. No soy un experto en nada, y mucho menos en esto, pero a lo mejor encuentras algún rincón donde perderte algún día de esos que merecen la pena disfrutar. Puedes ir sol@ o acompañad@, hundiendo las nieves del invierno o con un sol radiante de primavera...¡disfrutalo a tu manera!

Si has vivido junto a mí alguno de estos momentos quizás te veas retratado y si no, puedes pegarme un toque, para esto siempre tengo un minuto.

¡Nos vemos por las cumbres!