domingo, 4 de diciembre de 2011

Gaizka Bilbao; Ahaztutakoen bilduma






Ésta es la carta que acompañaba al regalo de boda del exmiembro de Ahaztutakoen bilduma, Gaizka Bilbao. Un homenaje, un detalle, a un gran amigo y compañero en muchas batallas.

Hay días en que me planteo el porqué la vida te hace recorrer veredas y senderos, dar vueltas y más vueltas sin un aparente sentido.

En Octubre de 2008, hoy hace tres años, sabiendo ya que abandonaba el Castellón que tan bien me había acogido, para siempre, escribí una canción para Ahaztutakoen bilduma. Volvía a casa, a Etxebarri, y ese antiguo proyecto de cuatro amigos haciendo ruido en un garaje volvía a tener sentido; el grupo podía volver a sonar. La canción hablaba de lo que dejaba atrás. No la terminé.

Mi aventura había comenzado 5 años antes, con una maleta llena de sueños y un billete para Holanda. Estudiando allí conocí una chica con la que salí durante años. Vivimos después juntos en Castellón y un día terminó. Todo empieza y todo acaba alguna vez (esto es algo que cuesta entender en la vida). Me sentí frustrado; tanto caminar, tantos años juntos, tantos kilómetros recorridos para seguir viéndonos mientras estuvimos viviendo uno lejos del otro…De eso precisamente hablaba la canción que después compuse. Si no la terminé fue porque faltaba una pieza para el puzzle, algo que le diera sentido, y no lo encontraba. Para que a una persona le llegue la inspiración hace falta un chispazo, en empujón, un chasquido de dedos ó un sopapo mejillero.

Aquel inspirador Octubre de 2008 supo seducir al sol del verano y su calor. Se alargaron los días estivales hasta bien entrado el otoño. La chica con la que había compartido los años anteriores me invitó a pasar un día en la playa. Siempre queda esa última esperanza que nos dice que quizás las cosas bien pudieran ser arreglables…Casi nunca lo son después de una ruptura muy sentida. Ella llevaba puesto un colgante que yo le regalé. Era mío, de cuando yo era niño, era casi mi tótem; regalo de los aitas, de plata, algo sucio, marcado por el tiempo. Estando en el agua, tras un gesto algo brusco, resbaló por su cuello y acabó cayéndosele. Yo salté desesperado y escarbé a ocho manos por encontrarlo pero las olas que iban y venían lo enterraron para siempre bajo la tierra de Castellón. Ya nada nos unía, ni tan siquiera eso. Para mí fue algo simbólico. Aquel colgante que siempre se salvó de mil contratiempos, que se perdía y casi mágicamente volvía a aparecer, quedó enterrado con otras muchas cosas que quedaron allí. El sol se escondió poco después entre las montañas. Yo me quedé cerca del mar un rato más, pensativo.

Sobre esos días, en Octubre, varios amigos vinieron desde Bizkaia a celebrar mi despedida. Nos juntamos con gente con la que había entablado mucha amistad en aquellos años fuera de casa. Con ellos celebramos el adiós. Tras una de las noches de fiesta, en una playa de Valencia, al alba, Inma y Gaizka se besaron por primera vez. Se habían conocido aquel mismo día y ya nunca más se separaron. Lo que podría haber sido un efímero y olvidable beso no fue sino la pieza perdida de su puzzle, su chasquido de dedos, su momento más especial. Así llegó mi inspiración y así pude acabar yo también mi canción. Ahora sí tenía ese eslabón que me faltaba.

No hay nada más reconfortante en la vida que saber de la felicidad de la gente que quieres. De la frustración que sentía pasé a la esperanza, sonreí. Yo y mi historia habíamos sido sin pretenderlo y sin saberlo el nexo de unión entre dos amigos de lugares lejanos. Que todo haya acabado en una verdadera historia de amor hasta que la muerte los separe, pienso que da sentido a todo mi camino. Estoy lleno de esperanza.

Ya no recuerdo el nombre de la chica que perdió mi colgante en las arenas de Castellón, aunque éste sigue allí. Allí siguen mis amigos, siguen los ecos de las risas de los felices años que pasé, la pareja enamorada sigue también y cómo no, flota en el aire la melodía de la canción que por fin terminé. Cómo he dicho el último acorde lo pusieron Gaizka e Inma y esa canción para ellos es.


Durango, a veintisiete de Octubre de dos mil once.